jueves, 8 de marzo de 2012

Nuestro Nosotros, Nosotros Nuestros - 2009

Propusiste un café, primero con tu mirada, después con tus gestos y, finalmente, con tus palabras. Se avecinaba una charla inminente, un café quizás cortado, un vos quizás cortante.
Nos dirigimos al bar de una galería que funciona como túnel del tiempo remontándonos a un pasado del que nada sabemos, tal vez con intenciones de no perdernos en los sentimientos de algún recuerdo propio, tan personal que no nos permitiera concentrarnos en el debate postergado: Nosotros.
Miramos juntos la placa de Saint-Exupéry de la cual aún conservo una foto y también juntos elegimos la mesa del fondo, para alejarnos de los recién liberados oficinistas.
-"¿Vos qué querés?"- me preguntó. Dudé unos segundos antes de responder: ¿me preguntaba por mi apetito, por su cortesía o ya entonces se encontraba iniciando sutilmente nuestra conversación? Ante la incertidumbre dí a entender que un café con leche estaría bien.
- "¿Mozo, sería tan amable de alcanzarnos 2 cafés? Con leche y 3 medialunas por favor."
Siempre tan gentil. Ahora no había dudas, ése era el inicio de nuestro diálogo pendiente. A pesar de haber sido él quien generó este intercambio, fui yo quien abrió el fuego de manera seria y formal, para combinar con su carácter.
A: - "Estimo que vinimos a hablar de nosotros, ¿me equivoco?"
L: - "En lo más mínimo. Organicé esta reunión porque nuestros nosotros a veces se encuentran y otras veces no se entienden, se confunden. Nuestros nosotros no parecen nuestros."
A: - "Mi nosotros es un tanto rebuscado, sospecho que es algo pretencioso y posesivo. Quiere tus gestos, tus besos, tus abrazos. Quiere tu lectura, tu escritura y tus palabras. Quiere tus pasos caminando con los míos. Mi nosotros quiere nuestra libertad y nuestro respeto. Quiere tus placeres y displaceres, tu bondad y tu impaciencia. Mi nosotros quiere nuestro candombe, nuestros libros e intereses compartidos sin olvidarse de nuestras desentonadas diferencias. Quiere tus viajes y los míos. Claro que también quiere los nuestros. Mi nosotros comparte nuestros mates, nuestras risas y debates.
El inconveniente con mi nosotros es que no es nuestro, es sólo mío. "
En silencio te cedo el turno en la jugada con todas mis cartas sobre la mesa, con mi envido esperando tu truco y ¡Qué desgracia mi monólogo para tus oídos!
Nuevamente primero con tu mirada, después con tus gestos y, finalmente, con tus palabras, saldaste la cuenta con el bar y asumiste haber saldado de igual manera la nuestra. Me sonreíste con el ego en alto y me dejaste con mi nosotros, mis 26 en mesa y 2 medialunas sin tocar.

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