jueves, 8 de marzo de 2012

Seguridad Vial (22/06/2009)

Nunca me interesaron las ciencias exactas. Siempre me parecieron cerradas, impenetrables, imposibles de transpolar, imposibles de interpretar con ellas más que el objetivo que vienen a cumplir.
A pesar de esto, es a la profesora de matemáticas de 7° grado a la que recuerdo con mayor frecuencia, en muchas de mis caminatas diarias. Se decían, se escuchaban, se murmuraban muchas teorías acerca de esta profesora. Entre el poliladron y el salto al elástico se escapaba alguna cruel etiqueta: “loca”. El terrame terrame decía que había sufrido desgracias impensables para nuestros cortos 12 años. Desgracias que la habían llevado a cargar nuevamente con esa etiqueta: “loca”. El bebedero contaba que era la docente más exigente, la que más tareas asignaba y así retumbaba en las paredes aquello que ya se había convertido en nombre propio: “Loca”.
Después de muchos años, después de cargar con una mochila de cajas pesadas rotuladas con nombres como: tragedia, desgracia, inconcebible, entre otras; y después de muchos años de cruzar calles recordando su nombre, o mejor dicho, el nombre que el recreo del primario le otorgó; hace un tiempo cuestioné los rumores que los pasillos me hacían llegar: ¿Era realmente ese su nombre? ¿Era “Loca” o la institucionalización de nuestras cabezas no nos permitía ver la realidad?
Un día esta docente tuvo el atrevimiento de decir que la calle se cruza cuando el semáforo está en verde. Así fue como la clase de matemáticas se convirtió automáticamente en un complicado debate sobre la seguridad vial y el convencimiento por parte del curso de que la calle se cruzaba cuando el semáforo se encontraba en rojo.
“Se cruza en verde” repetía la docente marcándose a fuego en la frente aquella palabra que le daría nombre en cada recuerdo de esa época. No podíamos ver más allá, no podíamos ver que Todo, o Nada, podía ser correcto, que no siempre es una cosa o la otra.
Quizás el "terrame" tenía razón: ella había atravesado situaciones indescriptibles, pero se equivocaba en algo: eso la había convertido en la docente más cuerda dentro de un colegio de 5 estrellas a la hora de adoctrinar. Ella podía ver más allá de las ecuaciones que tanto trabajo le costaba enseñarnos y creo que es por este motivo que la recuerdo más que a otras docentes. En definitiva, s
iempre se trata del punto de vista desde el cual nos ubiquemos.

Entonces:

¿Quién puede decir quién es loco y quién es cuerdo?

¿El semáforo se cruza en verde o en rojo?

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