lunes, 17 de septiembre de 2012
Extraterritorialización
los mismos gritos de diferentes lágrimas,
distintas risas de iguales muecas.
Salir de este cuerpo precipitado en el suelo del living,
del pellejo doblado, con los ojos hacia arriba.
Que eso inerte sin sentido, ni razones o emociones
ya no pertenezca a esta que huye de ese peso.
Y que observe, desde abajo, su intención de vivir.
jueves, 26 de abril de 2012
El árbol de la vida
Te adelantas invocando un Paso - punta - paso
jueves, 5 de abril de 2012
De aires, y su falta I
Pediste la respuesta y la explicación, transparencia constante y contante.
Pediste el hombro, la espalda, el rinón, el orden, la foto.
Pedí un sahumerio, los lilas, el silencio.
Tomaste el diario y con él, la intimidad.
Dejaste el miedo, el mandato, la reja, el sueldo y el hastío.
Exijo la puerta entreabierta (aunque sea conveniente negarte la llave) y la ventana cerrada.
Suplico el aire y ofrecés la almohada.
REIVINDICACIÓN
Pluma, vellón, poliéster.
Vestida o desnuda, no toleraba tu encierro.
Nos sugerían conversaciones nocturnas. No era para nosotras.
Vos contra la pared, yo marcando distancia.
Un día, años después, cubriste mi cara. Me dejé llevar con temor, por temor.
Secaste las lágrimas.
Fuimos al campo.
Viajamos por el mundo.
Tuvimos sexo, y príncipes azules salvándonos de manzanas envenenadas.
Dialogamos, discutimos. Cambiamos.
Y ahora te río,
te lloro,
te abrazo.
jueves, 8 de marzo de 2012
Mi Buenos Aires querido - 2012
La frazada te cubre la espalda, exactamente
Una tarde en Brasil, el mediodía en Cuba y aquella noche en París cuando lo único que importaba, y me refiero a un asunto de vida o muerte, era que el vino fuera el adecuado: rosado al amanecer, blanco para las actividades del día y tinto a la hora del amor.
Recordás el salón donde comenzó todo, ese “sucucho” asfixiante del San Juan y Boedo antiguo. Dos años de cadenas invertidas, caminatas sincopadas y ochos adornados, en los que sus manos conversaban e intercambiaban intereses (al parecer las de él se debatían tu cintura). Los pies emancipados del cuerpo amenazaban con abandonarlos en cualquier momento, cansados de la cobardía a la que asistían cada martes.
Finalmente un 6 de octubre las manos, los pies y la cintura de Horacio consiguieron invitarte a cenar al bodegón ubicado de camino a la parada de tu colectivo y en ese momento supieron coordinar, también, los labios. Notaron que sus lenguas habían estado observando y aprendiendo el giro con traspié y boleo.
Los siguientes seis años Horacio y vos se dedicarían a humillar, en diferentes ciudades e idiomas, libros de autoayuda que se jactaban de poseer fórmulas para el amor “aeternus”. Ustedes, expertos del (re)descubrirse en cada recorrido dictado por el 2x4, milímetro a milímetro.
Te sonreís sin pestañear mientras tus ojos siguen clavados en ese abrazo, ese trofeo, y luego recordás aquel lunes (por supuesto, lunes tenía que ser). La competencia uruguaya los dejó, por primera vez desde que comenzaron, en cuarto lugar. Al parecer nuevamente sus cuerpos asumían antes que ustedes lo que se empeñaban en negar.
Decidiste volver en el primer vuelo a tu Buenos Aires querido, a ver si era cierto eso de que “no habrá más penas ni olvido”. Horacio se quedaría un día más, necesitaba pensar.
Llamaste a su casa durante diez noches seguidas, nada. Fuiste al salón como cada martes y preguntaste pero nadie tenía la respuesta. Recorriste los lugares que frecuentaban, las paradas de la línea 53 desde Caminito hasta Boedo. Nada.
Finalmente te resignaste y ahora te encontrás boca abajo, con el ventilador al máximo, pensando en ese corpiño negro que ocultaba su lunar y aquel lunes 20 en el que decidiste quedarte un día más en Montevideo sin sospechar que tus manos no volverían a pelear por su cintura, o que tus piernas jamás volverían a ser abrazadas por las de Isabel.
Ya no sabías bailar.
Gente que forma, gente que deforma - 2011
Situación: Colegio con integración.
Pablo llega a su casa e intenta concentrarse en sus deberes. El padre, al ver que su hijo se esforzaba pero no podía concluir la tarea le dice: "Ni que fueses Down". Pablo lo mira extrañado y sigue enfocado en su trabajo.
Al otro día relata la viñeta a la maestra preguntando por qué su padre le diría eso. La maestra le comenta a Pablo que Paulita, su compañera, tiene síndrome Down, explicando al alumno lo que eso significaba.
Hasta ese momento, Pablo había pensado que su compañera era de otro país, debido a los rasgos faciales.
Alguien una vez me dijo que las parejas homosexuales no deberían tener hijos debido al "sufrimiento" que padecerían en el colegio, porque la sociedad no está preparada.
Entonces, ¿Qué es lo que hay que modificar?
Gente que forma, gente que deforma.
El espejo la encuentra dando vueltas - 2011
Espiración - 2011
Lo pisado no pasado, y viceversa. Silenciar el pensamiento, para pensar.
Contradicciones, contraindicaciones, ese quebrantar normas implícitas.
Y en definitiva aquel lugar de “Musa” que no simboliza halago alguno.
Imparcial - 2011
Un mudo recupera la voz, no mide lo que dice. La situación se agrava cuando se es ciego de un ojo.
¿Cuál sería el motivo de aquella verborragia?
Sería la cura repentina a tu mal crónico, quizás, o la prueba irrefutable de un silencio electo y selecto.
Tal vez, simple venganza.
Desarrolle y fundamente - 2010
A la hora en que cae la tarde, le doy la espalda a la música que suena de fondo, como si ésta no fuera pieza fundamental del ritual. Con las piernas en el marco de la ventana llegan los rosas, los violetas, los naranjas y el amarillo que va desapareciendo detrás de los edificios. Intento perseguirlo. Sin embargo escapa, y la vista no tiene más opción que observar a través de las rejas, un colegio y del colegio, el toldo de un quinto piso. Del toldo del quinto piso otra reja, esta vez, la del 7º. Desde esa reja, cómo cocinan en el 6º, del edificio de en frente.
¿Y el parque? A 3 cuadras, detrás de esa otra reja.
Y abajo las bocinas. Abajo el “Vote Lista
¿Y arriba? Arriba la cena, la mesa completa, familia de 4, un nene, un nena:
- "Entonces, para tu cumpleaños, ¿Qué querés? Hay 4 televisores pero la mitad de reproductores de DVD. Quizás necesites uno, ¿No querés?"
- "Si no lo podés solucionar. Que la violencia, que la inseguridad ¿No pensás?"
El grito en el techo, en el auto, en el banco, en el sueldo, en la deuda, en la cama, en el agua, en el silencio; y en las palabras.
¿No escuchás?
Los dientes, los ojos, los pies, las tetas y el estómago. Las manos, el pelo, la nariz, el corazón y el colesterol.
¿No entendés?
Arriba también el gerente, el que te mantiene y Dios. El del 7º viendo cocinar al del 6º y arriba yo, con los 4 televisores y la mitad de reproductores de DVD.
¿Y al costado?
Estos son para ver de lejos: el colegio, el toldo del 5º, el 7º y el 6º de en frente, por eso de que a la distancia se puede observar mejor, crítica y objetivamente, ¿No sabés?
Entonces llevate. Llevate los 4 televisores, la mitad de reproductores de DVD. Llevate el colegio, el toldo del quinto, la reja del 7º y la cocina del 6º. Llevate el parque, las 3 cuadras, las bocinas, el “Vote Lista
Llevate también la cena, la mesa completa, la familia de 4: al nene y a la nena. Llevate los dientes, los ojos, los pies, las tetas, el estómago, las manos, el pelo, la nariz, el corazón y el colesterol. Al gerente, al que te mantiene y a Dios.
Un último favor, llevate los anteojos, dejame la miopía y te respondo en otro momento, desarrollo y fundamento.
Donde amé la vida. - 2010
Norte de infinitos carnavales, notas bailando en la altura.
Whipala de 7 colores, quebradas inspirando tejidos.
Construcciones de piedras, calculadas, ruinas de tu cultura que aún late.
Inmensidad de la naturaleza que apuna la conciencia.
Nubes escondiendo montañas al igual que los pueblos, sus pies.
Noches de malabares en peñas de libertades sobre tus caminos de tierra.
Los frutos y el cedrón. Medicina natural de coca y muña muña.
El vino, el Tinku, la chicha y el tatú.
La sal de tus desiertos que confunden cielo y tierra.
El Quechua y el Aymará, tus lenguas en mis raíces.
Mi vértigo en tus precipicios y tus precipicios enseñándome estabilidad.
El huayra en mi charango, mis pasos en tu sencillez.
Lo que conozco, lo que falta descubrir.
Tu esperanza y lucha constante.
Mi mate en tu folclore.
Mi suspiro al recordarte.
Lo(s) reprimido(s) - 2010
Lo reprimido, la resistencia, el síntoma queriendo ser expresión, lo inconciente queriendo ser conciente.
LoS reprimidoS, laS resistenciaS, el síntoma queriendo ser masa.
Inconciente colectivo conciente. Inconciente, colectivo, conciente
Violencia - 2010
Igualdad - 2010
-"Disculpe Directora, en la ficha de autorizaciones de V. figura que sólo la madre puede retirar al nene y donde debe firmar el padre llama la atención el anuncio: NO PUEDE RETIRAR"
-"Así es, tenemos la orden judicial archivada, el padre debe guardar una distancia de 200 mts."
Madres y padres hay en todos lados. Hijos de puta también. Claro que en este caso no se evalúa la sexualidad de los padres del niño, ni de qué trabajan, ni qué religión profesan o no. Claro que tampoco se evalúa la indiscriminación, en el caso de algunos "discípulos del Señor", de sexo, edad, raza o religión en las perversiones y aberraciones que cometen. Quizás estaba en
Quizás sea natural que la reproducción implique y determine los roles de "padre" y "madre" y yo me esté equivocando al pensar que son sólo ROLES y debería borrar esa palabra del renglón anterior. Nuevamente una cuestión de poder, de determinar quién la tiene más larga en una sociedad hipócrita y retrógrada que debate una ley que no va a modificar la elección de pareja de nadie. Es absurdo.
Yo digo SI a la igualdad
Cuando el pulpo se lo comió todo - 2010
Marca el 911, atienden. Confiando en el cumplimiento del deber comienza a describir lo acontecido y lo que, quizás, podrían evitar que suceda: “Buenas tardes, Sr. Oficial. Quisiera informarles que han intentado robarme y, si bien he frustrado sus intenciones, se encuentran tomando revancha con un vehículo estacionado en F.L.”
Al otro lado de la línea, silencio. Tres palabras la sorprenden, la indignan, la interrogan: “¡Gol de España!” El oficial anunciaba a la denunciante el final de la copa del mundo, el acierto del pulpo alemán y el triunfo de aquel par de muchachos que se dedicaban a demostrarle al mundo su trofeo, su copa número quién sabe.
Un mal arbitraje, un pésimo arbitraje. Incontables tarjetas rojas y amarillas . ¡Cuánta (in)necesidad de amonestaciones! ¡Cuánta innecesidad de violencia!
Sin embargo ahí están, botín en punta, patada al pecho, codo y al suelo.
Sin embargo ahí están, arma en mano, palanca en puerta y a la pista.
Introspección - 2010
Formar una pareja, casarse, tener hijos, envejecer, morir.
Querer. Querer tener. Querer tener-te. Mandato, posesivo. ¿Cómo no pensarlo? ¿Cómo esquivarlo? ¿Cómo se destruye lo cotidiano e incuestionable? Y entonces: ¿Cómo se construye un futuro? Un futuro que quiero, que quiero tener, que quiero tener-te.
Pero ¿Qué quiero? ¿Quiero tener? ¿Quiero tener-te? Y ¿En qué medida? ¿En qué forma? Quizás fuera de lo “normal”, fuera de lo habitual. Tal vez esquivando las rutinas, una vez más. Creando reglas, creando el vínculo, estableciendo límites, generando libertades. Delimitando tiempos y espacios de una manera personal o de manera conjunta, quizás. Sin demandas, sin esperas. Con lo que hay, con lo que alcanza y con lo que falta.
Pero otra vez ¿Es eso lo que quiero, que quiero tener, que quiero tener-te? Acaso que quiero tener-me. Esa fidelidad con uno mismo.
Ser-me fiel, Ser-te fiel y esa “r” que estorbaría si no fuera porque es parte inevitable de mi propia fidelidad. Y aceptar que mi fidelidad no es la tuya y poder decirte que esa “r” a vos te está estorbando y que deberías eliminarla: Se-te fiel. Pedirte eso y que hagas lo que quieras y ¿Qué querés? ¿Querés tener? ¿Querés tener-me? Interrogarte acerca de tu ambición. Decirte que lo pienses, que lo medites, que recapacites. Que no soy tu mitad, que no te completo, que no lleno tu falta ni vos la mía, que no me necesitás.
El inconveniente en este debate entre mi teoría y práctica son las respuestas a tan ambicioso cuestionamiento. Porque quizás no quiero, no quiero tener, no quiero tener-te. Porque, tal vez, en la práctica me esté equivocando de juego. Porque, tal vez, debería comenzar por querer, por querer tener, por querer tener-me y después, quizás, evaluar la posibilidad de pedirte que juegues, que quieras, que quieras tener, que quieras tener-me.
Nuestro Nosotros, Nosotros Nuestros - 2009
Nos dirigimos al bar de una galería que funciona como túnel del tiempo remontándonos a un pasado del que nada sabemos, tal vez con intenciones de no perdernos en los sentimientos de algún recuerdo propio, tan personal que no nos permitiera concentrarnos en el debate postergado: Nosotros.
Miramos juntos la placa de Saint-Exupéry de la cual aún conservo una foto y también juntos elegimos la mesa del fondo, para alejarnos de los recién liberados oficinistas.
-"¿Vos qué querés?"- me preguntó. Dudé unos segundos antes de responder: ¿me preguntaba por mi apetito, por su cortesía o ya entonces se encontraba iniciando sutilmente nuestra conversación? Ante la incertidumbre dí a entender que un café con leche estaría bien.
- "¿Mozo, sería tan amable de alcanzarnos 2 cafés? Con leche y 3 medialunas por favor."
Siempre tan gentil. Ahora no había dudas, ése era el inicio de nuestro diálogo pendiente. A pesar de haber sido él quien generó este intercambio, fui yo quien abrió el fuego de manera seria y formal, para combinar con su carácter.
A: - "Estimo que vinimos a hablar de nosotros, ¿me equivoco?"
L: - "En lo más mínimo. Organicé esta reunión porque nuestros nosotros a veces se encuentran y otras veces no se entienden, se confunden. Nuestros nosotros no parecen nuestros."
A: - "Mi nosotros es un tanto rebuscado, sospecho que es algo pretencioso y posesivo. Quiere tus gestos, tus besos, tus abrazos. Quiere tu lectura, tu escritura y tus palabras. Quiere tus pasos caminando con los míos. Mi nosotros quiere nuestra libertad y nuestro respeto. Quiere tus placeres y displaceres, tu bondad y tu impaciencia. Mi nosotros quiere nuestro candombe, nuestros libros e intereses compartidos sin olvidarse de nuestras desentonadas diferencias. Quiere tus viajes y los míos. Claro que también quiere los nuestros. Mi nosotros comparte nuestros mates, nuestras risas y debates.
El inconveniente con mi nosotros es que no es nuestro, es sólo mío. "
En silencio te cedo el turno en la jugada con todas mis cartas sobre la mesa, con mi envido esperando tu truco y ¡Qué desgracia mi monólogo para tus oídos!
Nuevamente primero con tu mirada, después con tus gestos y, finalmente, con tus palabras, saldaste la cuenta con el bar y asumiste haber saldado de igual manera la nuestra. Me sonreíste con el ego en alto y me dejaste con mi nosotros, mis 26 en mesa y 2 medialunas sin tocar.
Hasta que se demuestre lo contrario - 2009
Llegó al fondo del vaso y, paralelamente, llegó al fondo del asunto. Concluyó ambas tareas y, redondeando, nos dijo:
- "Lo que pasa es que es chica."
Me sentí obligada a cortar con el silencio de 2 minutos y con las 10 cabezas asintiendo al unísono, refutando la premisa:
- "Tiene un año menos que yo."
Quizás lo dije porque me sentía más grande, quizás me sentía más chica. No estaba del todo segura pero esa incertidumbre me calzaba bien. El problema no era la comodidad ante la falta de respuesta sino la abrupta irrupción de 4 palabras que lograron derribarme del muro:
- "Pero vos sos distinta." – dijo Julieta.
Ahí empezó todo.
¿Qué me quiso decir? Quizás quiso dar por terminada la discusión que se había formado en torno al débil carácter de nuestra joven compañera de trabajo. Quizás con su vaso de cerveza vacío no podía seguir desmenuzando la cuestión.
Lo primero que me impactó fue la palabra: “distinta”. No sabía si escuchar allí un insulto o un halago, si sentirme discriminada, marginada o sentirme la mujer maravilla. De todas formas creo que me centré en ello sólo para evitar el encuentro con lo que realmente estaba dicho allí o, por lo menos, demorarlo un poco más, quizás atenuarlo, restándole la importancia que vestía.
Julieta no hablaba de edades, de cronologías. Julieta hablaba de algo más específico, hablaba de inocencia. Hablaba de esa inocencia que sólo se halla en la ilusión de omnipotencia adolescente, esa ilusión de omnipotencia que me robaron sin permiso y sin previo aviso hace 5 años.
No es que la extrañe o la necesite. Por el contrario, su ausencia me permite caminar un poco más atenta. Lo que me perturbó y me perturba es el modo. Quizás si me hubiese abandonado de una forma menos violenta, más natural. Si me hubiese permitido disfrutarla un tiempo más.
De todas maneras tampoco es eso lo que no deja de martillarme la razón, sino esa lista. Esa lista interminable de inocencias apagadas, sofocadas, con la crueldad que implica esa palabra, con lo que de literalmente espantoso tiene. Esa lista que cada año se hace más larga, más densa, poniéndonos en aviso de las inocencias que se ha cobrado. Esa lista que amenaza con seguir firme en su labor.
Inocencia. Si no sos inocente, sos culpable: eso dice la ley y eso creemos, eso incorporamos. Entonces quizás desde allí podría quedarme un poco más claro eso de "el sentimiento de culpa del que vive", del que sobrevive, del que se queda a resistir, del que se queda a reclamar por todas las inocencias robadas, masacradas, asesinadas.
Quizás desde allí podría comprender, pero no aceptar, esa otra lista, la de los que no pudieron resistir más cargar con la culpa de la inocencia perdida, pero no asfixiada. Perdida, que no es sinónimo de muerte. Lo que se pierde sigue allí, se transforma, tarde o temprano se reencuentra o no, pero algo que se encuentra perdido se encuentra, perdido. Robaron la inocencia, mataron la inocencia y dejaron la culpa, la culpa de la inocencia viva, perdida, pero viva.
Del niño al adulto hay años de distancia. De la inocencia a la realidad, una tragedia y, de la inocencia a la culpa, el camino no es muy diferente.
Feliz, Domingo!
Domingos impregnados de aroma a lunes. Lunes que a la vez poseen el sabor amargo del comienzo de semana. Semanas que comienzan anhelando los viernes. Utilizar el plural me recuerda que las primeras oraciones se repiten sistemáticamente mes a mes.
Sin embargo, no muy a menudo, un domingo se presenta con su propia tonalidad, aroma y sabor, poniendo en duda el juicio del espectador, quien llega a la convicción de encontrase frente a un sábado inagotable. El riesgo que se corre es claro: olvidar el lunes, increíble e infrecuente sensación.
Recientemente fue mi turno. Logré bloquear en mis pensamientos el comienzo de semana, ubicándome al borde del primer ausente en el fichero de mi rutina.
Un llamado, un timbrazo, un encuentro y un reencuentro.
Termos, bombilla y mate.
Alpargatas, sandalias y pies descalzos.
Libros, ferias y carcajadas.
La temperatura de inamovibles 34 grados obliga un sudor semejante al producido luego de una caminata de 10 cuadras de distancia hasta la oficina y, sin embargo, es imposible equiparar la simple similitud.
Charlas y silencios compartidos.
Se dejan oler el pasto al sol y el libro envuelto en humedad. Mafalda nos llena de nostalgia y reflexiones, Cortázar nos propone una amplia variedad de narraciones y poemas, mientras Sartre se ausenta casi en su totalidad.
Foucault atrae a mi amiga con su orden del discurso y el Rizoma le tiñe la cara de felicidad.
Un cuarto de helado apaga el fuego del clima y las 20:00 hs. se niegan a quitarse el disfraz de dos de la tarde.
Llavero, saludos, abrazos.
Nos vemos, Cuidate, Gracias.
A mi me esperaba Benedetti, tendido sobre la inmensidad de mi cama, perdido y a la vez resplandeciente, llamando mi atención. No había podido dejar de pensar en el convenio entre Santomé y Avellaneda en todo el día. El amor y la libertad. Hacía tiempo que mis pies no se cruzaban con tanto aire.
De pronto se volvieron imperceptibles los sonidos del tráfico, las urgentes ambulancias y los exagerados patrulleros.
No puedo aseverar con certeza haber permanecido despierta en el transcurso de ese instante ocasional, pero estoy convencida de que este relato es mi intento por describir un momento de felicidad: breve, pasajero, reconfortante.
Domingos, impregnados de aroma a lunes. Hasta que te sorprenden.
Con-fianza. (libertad que no tiene precio) - 2009
Seguridad y yo no tenemos la costumbre de hablar y encontrarnos. No tenemos "piel", como se dice habitualmente.
Ella y Decisión son muy cercanas. Con Decisión a veces caminamos por el parque, ella me pone al tanto de su pasado, de su presente y en especial, de su futuro, pero sus historias siempre implican a Seguridad.
Aquel lunes, Decisión intentó ubicarme varias veces al celular, me envió unos 10 mensajes de texto y me escribió 2 o 3 mails a lo largo del día. Quería convencerme de tomar unos mates con ella y Seguridad el martes por la tarde, alrededor de las 18:00. Le respondí que lo pensaría (ella sabe acerca de la dificultad de contacto que tenemos su amiga y yo).
Esa noche dormí poco, dormí mal. Decisión había instalado una serie de dudas en mí: ¿Sería bueno darle otra posibilidad de comunicación a Seguridad? ¿Podría confiar en ella? ¿No iría a abandonarme en el instante más necesario? ¿Podríamos acordar un equilibrio en nuestro trato? Tal vez sin precipitarnos, después de tantos años de desencuentros. Quizás comenzar de cero, ir construyendo otra relación, una relación. Quizás había llegado el momento, quizás podríamos entablar una relación ligera, como la que Decisión y yo llevamos, poco demandante.
Temprano por la mañana del martes confirmo la cita. Pactamos el encuentro a las 18:15. La ansiedad me volvía a acompañar. Sin embargo, no estaba nerviosa. Tenía la sensación de estar haciendo lo correcto.
A las 18:15 entré y cerré la puerta. Me senté aún con la ansiedad al límite y comencé a hablar. Seguridad y Decisión se encontraban allí sentadas, expectantes.
- ¡Renuncio!
Primer paso, respiro.
Filicidio (2009)
Me encontré con Clara el martes pasado. Yo salía de la psicóloga, ella del psiquiatra. La noté entre tensa y preocupada. Sobre todo, cansada.
Me miraba con ojos de lucha, de resistencia, de sobre vivencia. Creo que le di la misma impresión ya que en su gesto logré verme reflejada, como quien se mira frente a un espejo.
Hacía largos meses que no nos veíamos, ni hablábamos siquiera. Yo con mis cosas, ella con las suyas. Por otro lado las nuestras, las cosas compartidas, habían quedando a un costado.
Le pregunté cómo andaba y me respondió como lo hubiese hecho mi viejo en épocas difíciles: “Acá andamos, tirando”. Su mueca me recordó la máscara de la tragedia teatral. Me angustió.
Me contó que estaba trabajando mucho, que el sueldo era justo para sus apretados gastos pero que la experiencia en un futuro le serviría. Sigue estudiando. Intenta recibirse hace 2 años, pero el trabajo, la universidad pública. Yo la entiendo. No puedo dejar de identificarme con sus muecas, sus gestos, con sus palabras y sus tonos.
Está de novia hace poco tiempo. Lo conoció en un cumpleaños y desde allí son inseparables. Él también estudia y trabaja.
Le cuento sobre mi carrera y mi temporal puesto laboral. Le menciono al pasar mi soltero estado civil sin otorgarle demasiada importancia. Quería volver a ella, quería preguntarle. Me intrigaba, me preocupaba.
Me animo:
- Clara, ¿Estás bien?
- “El psiquiatra me recetó un Clonazepam por noche y me recomendó que tuviera una cajita de Rivotril sublingual siempre en mi cartera para no tener que preocuparme por nada.”
Enseguida empieza a contarme acerca de sus picos de presión y sus ataques de pánico, hablando de ello con la misma liviandad con la que yo le había informado acerca de mi estado civil. Atónita intento recordarle sus cortos 25 años y los no tan lejanos y juveniles 20. Me explica que en su casa las cosas no están bien.
Le hago saber explícitamente que puede contactarse conmigo ante cualquier inconveniente y, al instante, recuerdo sus cosas y mis cosas, nuestra incomunicación. La saludo, doy media vuelta y decido entonces comprometerme con sus cosas y nuestra comunicación.
Durante el trayecto a casa pienso en el encuentro y en la casualidad de cargar con la misma dosis de "anti-pánicos"que llevaba Clara en su cartera. Pienso en la casualidad, inexistente casualidad. Pienso entonces en la causalidad.
Pienso en mis cosas, en sus cosas, en nuestra incomunicación. En nuestros trabajos, nuestros estudios, nuestros estados civiles y nuestras familias. De pronto pienso en el mundial, en el fútbol para todos e inevitablemente recuerdo a León Gieco cantándole a la memoria: “fue cuando el fútbol se lo comió todo”.
Pienso en la ley de medios, en los que tienen, en los que no tienen. Sobre todo en los que no tienen.
Llego a casa, bastante angustiada. Siento el nudo en la garganta firme e inamovible.
Ahora pienso en el Rivotril que hay en mi morral y en el Rivotril que hay en la cartera de Clara, y entiendo todo.
Abierta la inscripción (2009)
La televisión carnavaliza y canibaliza. El fútbol se convierte en un derecho humano de los humanos que tienen derecho al consumo.
El Gobierno se encarga de hacer público el ritual de las banderas, los coros y las armas que son socias vitalicias en las canchas de nuestro país; mientras destruye lo que de público debieran tener la salud y la educación. Alcanzan a oír el dinero de los ruralistas y la influencia que tienen algunos medios de comunicación, pero esto los aturde de manera tal que no pueden percibir el sonido que proviene del estómago vacío del chico que no sabe lo que es el dinero de los ruralistas ni puede ser influenciado por algunos medios de comunicación.
Se vuelve accesible el deporte popular a través del canal de aire, a la par que se vuelven inaccesibles los antídotos contra la paranoia que generan los mismo canales.
La política se transforma en una empresa multinacional y decide su razón social: Poder S.A.
Brindan carreras de publicidad y marketing a sus empleados quienes se preparan para vender el producto. Aprenden a hablar de inseguridad, salud, educación y trabajo en 4 materias correlativas: Convencimiento, Distorsión de la verdad, Destrucción y Oposición; materia fundamental para lograr desviar la atención del cliente hacia la empresa competidora cuando se comete un error.
Durante el curso de publicidad los empleados aprenden que si se puede lograr la automedicación dependiente, también se puede lograr el autoconvencimiento dependiente, el cual prefieren que sus clientes llamen: Esperanza.
"Divide y reinarás" se encuentra escrito en cada una de las aulas para que los alumnos no lo olviden y así tengan presente que aunque muchos sufran la misma dolencia sentirán que ni siquiera esa igualdad los une ya que la diferencia de opiniones no entiende de tolerancias. Esa es la primera lección de cívica: el individualismo y la falta de humanismo en una sociedad conducen al poder y la política a un éxito seguro.
En la era de Internet, del aprendizaje del "copy paste", estos políticos/empresarios saben de memoria y fácticamente que sus sonámbulos votantes/clientes incorporarán al pie de la letra y sin modificación cualquier discurso proveniente de un buen vendedor que sepa disfrazar y maquillar la vital lección de cívica.
Knock Out (2009)
Un nuevo día, un nuevo comienzo, una nueva oportunidad. A las 7 en punto el Televisor me avisa que en 16 minutos voy a salir de la cama, voy a poner el agua y completar mi rutina antes de las 08:00 (siempre logro extender el plazo unos minutos más como para anotarme un punto a favor en mi pelea contra la rutina).
La música me acompaña hasta el subte y logra distraerme los pensamientos, los hace bailar y cantar su ritmo en un intento, las más de las veces favorable, por evitar el sentimiento de encierro que me sofoca el paso. Otras veces un libro me despabila la imaginación y me lleva a lugares frescos, llenos de aire.
Poco más de media hora después, tiempo que mido en 15 canciones o 5 hojas aproximadamente, llego al final del recorrido, lugar y momento donde ni la canción más hermosa ni el libro más envolvente pueden ayudarme, donde la lucha es entre el hombre y la máquina, entre mis ganas y el interminable círculo rutinario al que no puedo vencer.
Salgo del vagón a desgano porque estoy al tanto de lo inevitable. Me enfrento con mi primer obstáculo, el molinete que parecería estar aliado con mi destino y pierdo, siempre pierdo. Conozco sus movimientos, sé que cuando intente defenderme me va a dejar pasar sin dar pelea y voy a perder, ME voy a perder.
Y entonces ahí está ella, la escalera que termina con lo que para ese momento queda de mí. A mi alrededor veo cientos de piernas, maletines, cientos de caras sin rostro o, por lo menos, sin rostros diferenciables. Me uno a ellos, siendo uno más, o uno menos.
Un nuevo día, un nuevo comienzo, una nueva oportunidad. Sin embargo es ahí donde dejo de ser, es ahí donde caigo en el cuadrilátero sin poder levantarme.
Rutina: 365
Yo: 0